Una noche de verano tumbada al raso viendo el cielo despejado y completamente plagado de estrellas me quedé durmiendo y comencé a soñar me encontraba en una pradera llena de flores era un paisaje precioso pero al levantar la mirada encontré una gran montaña muy alta, estaba muy decidida debía escalarla costa lo que costara, me dispuse a subir pero por mas que lo intentaba siempre resbalaba, de tanto que lo intenté tenia las rodillas completamente raspadas y sangrando al igual que los brazos. La ultima vez en intentarlo al levantar la mano para agarrarme un poco más arriba encontré una mano a la que me agarré con todas mis fuerzas, gracias a esa mano logré llegar a la cumbre de la montaña pero no sabia de quien era esa mano cuando llegué arriba una voz me dijo:
“Esta mano es de la persona que tarde o temprano entrará en tu vida y será la que no te deje caer nunca jamas porque ninguno de los los os soltareis, porque si es así los dos caeréis...”
Esa voz se fue difuminando en el aire. Desperté del sueño sobresaltada pero con una extraña sensación de seguridad. No se porqué pero todas las personas que hasta ahora me han dado la mano me han soltado y cada vez las heridas son mayores espero que la mano segura llegue pronto y no me suelte nunca.